COATLICUE

 

Coatlicue, cuyo nombre en náhuatl significa "La de la falda de serpientes", es una de las deidades más poderosas y complejas del panteón mexica. Es considerada la madre de los dioses, incluyendo a Huitzilopochtli, el dios del sol y la guerra, y Coyolxauhqui, la diosa de la luna. Su figura representa la dualidad de la vida y la muerte, la fertilidad y el sacrificio, elementos esenciales en la cosmovisión mexica.

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🗿 Representación artística

La escultura más emblemática de Coatlicue es el monolito descubierto en 1790 en lo que hoy es la Plaza Mayor de la Ciudad de México. Esta monumental pieza de andesita mide 2,52 metros de altura y originalmente estaba policromada. Actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Antropología. La escultura muestra a la diosa con una falda de serpientes entrelazadas, un collar compuesto por corazones y manos humanas, y una cabeza formada por dos serpientes que se encuentran, simbolizando la dualidad de la vida y la muerte. Además, sus pies y manos están adornados con garras, reflejando su naturaleza devoradora. En la base de la escultura se encuentran representaciones de Tláloc y Tlaltecuhtli, deidades asociadas con el agua y la tierra, respectivamente .

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🌀 El mito de Coatlicue

Según la mitología mexica, Coatlicue era madre de los Centzon Huitznáhuac (los cuatrocientos surianos) y de Coyolxauhqui. Un día, mientras barría el cerro de Coatepec, cayó del cielo una bola de plumas que recogió y guardó en su seno. Al descubrir que estaba embarazada, sus hijos se sintieron deshonrados y decidieron matarla. Sin embargo, en el momento del ataque, Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli, quien, armado y dispuesto para la batalla, defendió a su madre, derrotando a sus hermanos y desmembrando a Coyolxauhqui. Este mito simboliza la lucha cósmica entre la oscuridad y la luz, y la importancia del sacrificio para el equilibrio del universo .

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🏛️ Legado cultural

Coatlicue es venerada como una deidad que representa la tierra fértil y la muerte que consume todo ser vivo. Su imagen y mito reflejan la visión mexica de la vida como un ciclo continuo de nacimiento, muerte y renacimiento. En la actualidad, su figura sigue siendo un símbolo de la riqueza cultural y espiritual de México, siendo objeto de estudio y admiración tanto en el ámbito académico como en el artístico.